El patrimonio lo fueron acumulando a través de donaciones, compras, ventas y trueques. La mayor parte de las donaciones les eran concedidas a cambio de enterrar a los donantes en el propio monasterio, como así lo refleja su cartulario. En el siglo XIV, Rioseco formaría uno de los más potentes patrimonios económicos de los cistercienses castellanos.
El término del monasterio se limitaba al Norte por las granjas de Casaval y Fuente Humorera, al este por la de San Cristóbal y por el sur, al otro lado del río, por las de Retuerto, Robledo y Helechosa. Todo ello intercomunicado por un puente de madera sobre las aguas del Ebro.
Casaval fue una granja a medio camino entre el monasterio y San Martín del Rojo, en el centro del angosto valle, cercana al lugar donde se establecieron por primera vez los monjes. Aun queda alguna construcción. A finales del s. XVI la contribución exigida ascendía a 83 fanegas de pan mediado, 6 capones, 11 sacas de paja, 3 libras de cera y obligación de acarrear 12 fanegas de de sal desde Salinas de Rosío.
Fuente Humorera, se encontró en el nacimiento del arroyo de Rioseco, cerca de San Martín del Rojo. Hoy es una completa ruina. En 1553 tenia 9 vecinos. Se levantarían por dos veces contra el monasterio, negando el vasallaje y reclamando la propiedad del termino, pero el corregidor de Castilla daría en ambas la razón a los religiosos. A finales del s.XVI pagaban 50 fanegas de pan mediado, 12 sacas de paja, 10 gallinas y con obligación de traer 12 fanegas de sal desde Rosío. Además, debía aportar un hombre para segar, otro para cavar, otro para podar y uno mas para vendimiar. Eran 9, o sea, podéis sacar cuentas.
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