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El interrogatorio se realiza el 19 de Octubre de 1752 por el señor Don Felipe López de Irús. Ante él comparecen Domingo González, Francisco Carrera, Manuel de la Serna y José Pérez, vecinos de este dicho lugar y respectivos barrios, nombrados peritos por el Concejo Mayor, para contestar a las 40 preguntas del interrogatorio. Está también presente Don Francisco García, cura beneficiado de dichos pueblos.

San Martín y Quintana del Rojo en 1752 eran realengos, pertenecían al Rey, al igual que los demás pueblos que formaban el Valle de Manzanedo (Cidad, Vallejo, Arreba, Crespos y Población estaban dentro del Valle de Hoz de Arreba que pertenecía al Marques de Cilleruelo). Es a Su Majestad a quien pagan los Derechos Reales. Todos los pueblos del Valle de Manzanedo pagaban conjuntamente, mediante un encabezo al rey. A San Martin y Quintana le correspondían pagar: de sisas 390 reales, de Alcavala 90 reales y 156 reales de centena. De servicio ordinario y extraordinario le correspondía pagar 5 reales de vellón por cada vecino del pueblo para pagar el encabezo del Valle de Manzanedo.

Sus términos ocupaban de levante a poniente media legua (2.786 metros), del norte al sur tres cuartos (4.179 metros) y de circulo como legua y media (8.362 metros), todo poco más o menos, que se podían andar en hora y media y en él se incluían los montes: Uno a donde dicen la dehesa de Santireso, poblado de encinas y carrascos, propio para el aprovechamiento de grana y leña de los vecinos de dicho barrio de Quintana, el que está al aire cierzo, y otro pedazo al sitio de la Mata del Campo que es en propiedad con igual aprovechamiento del citado barrio de San Martin, al aire solano, y el demás monte y labrantío es propio de dicho concejo mayor. Y todo confrontaba por cierzo término de los lugares de Escaño y Tubilla, solano el de Villalaín y Real Monasterio de Santa Maria de Rioseco, ábrego lugares de Manzanedo y Argés, y regañón términos de Villasoplid y Mudoval.

En el término de San Martín y Quintana había algunos nogales, manzanos, cerezos, olmos, robles y encinas. Según los peritos habría 230 fanegas de sembradura, 12 de ellas de primera, 118 de segunda y 100 de tercera. En estas tierras labrantías, los vecinos de San Martín y Quintana plantaban trigo, comuña, centeno, cebada, habas, legumbres, yeros, ricas y avenas como también lino. Cada fanega de sembradura producía:
Las de primera calidad, el primer año 4 fanegas y media de trigo, el segundo 3 de habas o yeros, el tercero 4 de trigo y descansa el cuarto.
La de segunda, el primer año 3 fanegas y media de trigo, el segundo 3 de comuña o cebada y el tercero se barbecha.
La de tercera calidad, el primero 3 fanegas de centeno, segundo otras 3 de avena y descansa.

Y no sólo había que labrar la tierra para subsistir sino que había que pagar el diezmo, que era de cada 10 fanegas una. Había diezmos mayores, y menores o de San Juan , que incluían las crías, queso, lana y demás. La tercera parte de todos los diezmos se los llevaba el Arzobispado de Burgos y las otras dos partes Don Francisco García, el cura beneficiado. Don Francisco además percibía las primicias (antiguo tributo de los primeros frutos de la tierra que posteriormente se estableció en una cantidad fija de celemines). Cada vecino debía darle 4 celemines de pan mitad trigo y cebada.

 

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