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Pese a tener un terreno común, cada uno de los dos barrios tenía su propio alcalde pedáneo, aunque los dos se regían por un Concejo Mayor que estaba en San Martín. Para moler el grano los vecinos tenían que desplazarse al molino de Bocarrero, cerca de Manzanedillo, o cuando éste era inutilizado por las riadas, a otro de represas que había en el arroyo de Fuente Humorera propiedad de un particular. Para adquirir vino y comestibles subía con un macho el tabernero de Manzanedo, quien, a la vez, repartía la correspondencia no solo a los dos barrios en cuestión sino también a Mudóval, Villasopliz y Fuente Humorera.

 

Aún teniendo esa gran población, aumentada a mediados del siglo XX con el abandono de Fuente Humorera, la despoblación fue rápida ayudada por la venta de la mayor parte de sus fincas a un particular, "los Para" de Villarcayo. En los años 70 sólo quedaba una familia de pastores. En la actualidad, únicamente Manuel Fernández resiste numantinamente en las ruinas de El Rojo.

La fiesta Mayor de los dos barrios celebraba a San Tirso, bajo cuya advocación había una ermita en plena sierra. En un principio se guardaba el 28 de Enero, pero posteriormente se trasladó a Septiembre. Los vecinos de San Martín y de Quintana se reunían en la iglesia de San Martín y de allí partían en procesión cantando hasta dicha ermita , en donde junto con los llegados de los pueblos cercanos, asistían a misa y ofrecían exvotos al santo como agradecimiento a alguna enfermedad curada. Terminada la misa, todos se trasladaban de nuevo a San Martín donde tenían lugar los bailes al son de la gaita y el tamboril.

El día de Todos los Santos era tradicional ofrecer panecillos a los difuntos. Para ello en la parte del suelo de la iglesia correspondiente a cada vecino, se extendía un mantelito, simbolizando una sepultura, en el que se depositaban los panes. El cuadro se completaba con el reclinatorio particular de cada vecino y con el correspondiente hachero con sus velas. Más tarde el cura repartía los panecillos entre los niños.

 

Quintana del RojoEn 1894 Quintana del Rojo aparece como un lugar de 36 habitantes y 12 edificios habitables. Al igual que San Martín es sobre 1950 cuando más aumenta su población debido a la llegada de la gente que abandonó Fuente Humorera.

Pero la falta de agua, algunos vecinos incluso instalaron aljibes en los portales de sus casas con el fin de recoger el agua de la lluvia, y las pocas expectativas para los jovenes hicieron que la despoblación fuera rápida. En la década de los sesenta ya sólo quedaba un vecino que además tuvo la desgracia de ser matado por un toro.

Estos datos están sacados del libro de Elías Rubio, Los Pueblos del Silencio.

 

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